domingo, 13 de diciembre de 2009

La curaduría y sus desafíos

(Conferencia pronunciada dentro del Primer Encuentro Nacional de Enseñanza Artística, Guayaquil, 2008)

Y al final...todos quieren comerse a la guagua (2008), acción, Colectivo Tranvía Cero.


En los últimos 10 años, pasamos de la figura del intelectual universalista a la del especialista que domina un campo específico del saber. Este cambio para muchos es parte de la alineación a la que nos someten las disciplinas y la esquizofrenia del mundo moderno.

Sin embargo, aquí también hay una potencialidad. Hay una diferencia clara entre la gente que antes hacia curaduría y la gente que ahora hace curaduría. En primer lugar, en la actualidad los curadores son especialistas que han venido a refrescar los métodos y prácticas curatoriales en el país. En segundo lugar, estos profesionales, especialistas manejan saberes especializados en el campo del arte, son expertos con una formación disciplinaria y transdisciplinaria clara. Hay un dialogo muy fructífero entre la Filosofía, las Humanidades, las Ciencias Sociales y los Estudios Culturales y el campo del arte. En tercer lugar, me parece que cada vez más la curaduría es pensada como una labor intelectual y teórica tendiente plantear los problemas del arte y de la contemporaneidad. El curador tiene en la actualidad un perfil teórico fuerte a partir del cual problematiza la historia, la teoría y la práctica artística. En el campo del arte me parece que hay una discusión un tanto más polémica en lo que tiene que ver con teoría y vinculada a problemáticas contemporáneas.

Básicamente en esos tres puntos yo vería como cambios importantes que se han dado en las tácticas en el campo de la curaduría y me parece que revelan una visión más optimista que en otras áreas donde existe se ejerce la curaduría como es el caso de las artes escénicas o el cine. Sin embargo, tomando en cuenta estas tres potencialidades, me parece que hay tareas pendientes, considerando que la figura del curador también ha caído bajo sospecha. La figura del curador y las prácticas curatoriales en la escena contemporánea son problemáticas. Cada vez más empezamos a tener conciencia de ello, sin embargo en la práctica concreta de la curaduría, hay poco trabajo con ese de ello. Por esta razón, a continuación planteo cuatro puntos pendientes para el trabajo de la curaduría en el país.


1. La curaduría como práctica autoconsciente

Básicamente se refiere al hecho de que cada vez las prácticas curatoriales tienden a ser, como sucede con al arte mismo, menos transparentes, menos ingenuas y se vuelcan a problematizarse a sí mismas. En gran parte esta condición autoreflexiva explica la condición contemporánea de las prácticas curatoriales. El curador como productor de infraestructura, como nos los recuerda Justo Pastor Mellado, tiene la terea de problematizar su propio lugar de enunciación. ¿Qué significa esto? Significa que el curador tiende a hablar mucho menos de la obra como una cosa transparente lista para ser expuesta en un escenario artístico y hablar más de su propia práctica, y a tratar todos los presupuestos con los que realiza su trabajo. Hacer que esos presupuestos ocupen la propia galería, el salón para que sean parte de la propia actividad de intervención curatorial.

Igual que hemos llegado a comprender que toda práctica artística no es una práctica transparente y que no hay una relación directa entre el artista y el público, igual debemos comprender que la curaduría está siempre posicionada, está siempre ubicada en una serie de relaciones de poder. La curaduría esta realizada desde un punto de vista que privilegia unas cosas y no otras, el mismo hecho de pensar en qué se selecciona y en qué contexto se lo pone entraña muchas problemáticas que esta aquí ha sido poco meditada. Yo diría que en los proyectos curatoriales contemporáneas más interesantes, ha habido un paso del concepto de “obra” al concepto de “proceso”, del concepto de “exposición” al concepto de “políticas de exhibición”.

Es importante que en las prácticas curatoriales aparezca el lugar desde el cual habla el curador, desde el cual realiza sus proyectos y que generalmente aparece invisibilizado. Eso me parece como un punto pendiente.


2. Crítica al formato exposición

Otro punto tremendamente complejo es el que tiene que ver con la poca crítica que hay del formato de exposición, un formato estándar que tiende a naturalizar la verdad de la obra y la institución museal, a la vez que legitima prácticas disciplinarias. El concepto de exposición es otro de los conceptos que esta en crisis. No tanto en crisis en el sentido que habla Baudrillard, quien dice: “a mayor exposición, menor valor artístico”, idea tremendamente metafísica; sino en el sentido que todas las prácticas simbólicas tienen una organización, una forma de estructuración múltiple que no logra ser capturada por el dispositivo museal. Hay un resto o remanente que no puede entrar dentro del formato exposición. Es justamente ese remanente el espacio que le queda a la curaduría como un disparador para empezar a cuestionar sus propias prácticas. Todo aquello que no entra en el espacio exposición permite la apertura de la curaduría hacia otras prácticas sociales y políticas.

Homenaje a George Febres (2008), acción, Full Dollar.


3. Convergencia de disciplinas artísticas

Esto es otra casa pendiente en nuestro medio. Hace poco tiempo J. T. Mitchell señalaba, en el contexto del debate sobre Estudios Visuales, que “no hay artes puras y que todos los medios son medios mixtos”. Creo que estamos en un momento tremendamente interesante de la historia del arte en el que distintas prácticas que tienen genealogías absolutamente distintas empiezan a interactuar y a entrelazarse entre sí. Por un lado, tenemos toda una serie de prácticas vinculadas a la danza, la música, el teatro y el performance. Por otro lado, toda una serie disciplinas vinculadas a las artes plásticas. Estas dos ramas describen dos genealogías absolutamente distintas.

En la época contemporánea por fin se han dado las condiciones para que empiecen a cruzar espacios y a solaparse y a dialogar entre si. Esto se producido desde siempre, pero me parece que en la contemporaneidad se han dado condiciones nuevas que permiten un diálogo mucho más compleja en el sentido de que permiten que los espacios asignados a cada una de las disciplinas empiecen a cuestionarse mutuamente. Los espacios disciplinarios se disuelven, en una interacción tremendamente intensa, generando algo distinto de la mera colaboración. Me parece que frente a la convergencia de los medios que tanto se ha hablado, cada vez más estamos asistiendo a una convergencia de disciplinas artísticas. Este aspecto se ha explorado poco en nuestro medio.


4. Descolonización de las prácticas artísticas

Básicamente a partir de teoría postcolonial y lo que se ha dado en llamar “el giro decolonial”, ha habido una revisión crítica del eurocentrismo, al mismo tiempo que han proliferado los lugares diferenciales de enunciación de las culturas distintas a nivel global. Esto ha generado una profundo cuestionamiento sobre los mecanismos de producción artística a nivel global, cosa que me parece que ha sido muy bien te matizada desde el punto de vista de la producción artística en muchos artistas que están trabajando hoy en ese línea deconstrucción del eurocentrismo. Sin embargo, poco se ha trabajado en el área de curaduría. Me parece que la curaduría sigue vinculada a instituciones tremendamente complejas y problemáticas que han sido poco pensadas en su relación con el eurocentrismo y el colonialismo. Una de estas instituciones sin duda es el “museo”, que desde su concepción está anclado a una política imperial de control de conocimiento desde los centros metropolitanos europeos.

Joaquín Barriendos ha escrito sobre la necesidad de descolonizar el internacionalismo artístico con la finalidad de volverlo un motor epistemológico que nos permita pensar una práctica artística intercultural en la era de la globalización. ¿Qué significa eso? Significa que un proyecto curatorial debería plantearse desde coordenadas localizadas que permitan un diálogo interepistémico que replique los esquemas que vienen ya enmarcados desde los grandes circuitos artísticos de las instituciones artísticas euroamericanas. Eso me ha parecido tremendamente importante, ahora cuando vemos que muchas de las instituciones culturales que trabajan en el campo del arte en el país lo que hacen es como tomar exposiciones empaquetadas y traerlas sin ningún tipo de elaboración ni procesamiento, sin ningún tipo de trabajo de cuestionamiento de los conceptos desde donde se arma y las problemáticas políticas y geopolíticas que están detrás de esos conceptos.

Me parece que en algún punto si bien han tenido mucha discusión sobre todo este concepto de que la cultura esta localizada, de que no hay una cultura universal, ha habido poca reflexión sobre todo lo que significa que esa cultura se asienta en practicas complejas que también están localizadas y que también están atravesadas por relaciones muy complejas de dominación y de dependencia.

Bien, más o menos en esos cuatro puntos resumiría cosas que esta como por venir, por plantearse en el campo de la curaduría y que de alguna manera señala una realidad por venir en el campo artístico ecuatoriano.

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